Cada comunidad autónoma
tiene una historia distinta en cuanto a su izquierda y a la derecha,
por lo que tal vez no deberíamos extrapolar lo que aquí se cuenta a
otras comunidades. Sin embargo la historia de Andalucía ha estado
muy fuertemente marcada por el caciquismo y el franquismo más que
ninguna otra comunidad autónoma.
Por un lado el franquismo
se oponía al desarrollo económico de Andalucía, con el argumento
de que hay que “conservar virgen las
tradiciones rurales andaluzas
y que la industria
no dañe a estas
tradiciones”. Este tipo de filosofía en la política si le añadimos el poco espíritu emprendedor de los andaluces, nos podemos imaginar en qué condiciones vivirían nuestros abuelos, con preguntarles a ellos basta. De hecho algunas
zonas de Andalucía permanecieron completamente aisladas y las
carreteras no llegaron a estos parajes hasta mediados de los 80-90.
pero mucho peor es la huella que el caciquismo ha dejado en la actual
comunidad autónoma. Desde el siglo XIX hasta principios de los años
80 del anterior siglo la figura del señorito latifundista se hizo muy poderosa, figura
que bien retratada queda en Los Santos
Inocentes, libro de Miguel Delibes y en la que se muestra
las condiciones insultantes en las que los señoritos trataban a los
trabajadores del campo en fechas relativamente recientes.
El caciquismo ha dejado una profunda huella difícil de borrar, harán falta unas cuantas generaciones más.
Andalucía también ha
sido la comunidad con mayor índice de analfabetismo de toda España,
siendo los sindicatos anarquistas de principios de siglo XX los
únicos que mostraron interés en culturizar esta región.
Por todo esto no deberían de extrañarnos los resultados de las elecciones andaluzas de este año, ni las anteriores, ni las próximas.
No sé qué ocurrirá cuando coalicionen IU y SOE ni qué políticas
tomarán (probablemente nos llevaremos más de un disgusto), pero no
puedo evitar sentirme orgulloso de comprobar como los andaluces no
han olvidado sus raíces y saben muy bien que aquellos que antes te pagaban una limosna para que les limpiaras las botas (y ese era tu curro), ahora piden tu
voto sin ninguna vergüenza. A todo esto le sumamos la reforma
laboral que tanta polémica ha levantado por parte del gobierno
central y aquí tenemos el resultado.
Arenas se ha convertido
en Gravilla, rompiendo con todas las encuestas y sondeos que daban
mayoría absoluta al orejas este. Estadísticas que no pretendían
otra cosa que los andaluces no votáramos resignados ante noticias
tan aplastantes para que la mayoría absoluta fuese real. Esperemos
que estas elecciones sirvan de ejemplo, porque me gustaría saber
quien fue el que dijo que el voto a las minorías es un voto a la
basura. Y también ejemplo de que un cambio político no tiene por qué traducirse en gaviota ni en lo mismo de siempre desde hace 30 años.
Andalucía se ha
convertido en la aldea de Astérix y Obélix, toda Hispania ha
quedado teñida de azul ¿Toda? No.
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